Bogota, Colombia
November 2, 2012
El estudio comparó el uso de la soya genéticamente modificada (GM) y la convencional en Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay.
La aplicación de tecnologías como la siembra directa, la nutrición química y biológica, el correcto uso de herbicidas, insecticidas y fungicidas así como la utilización de semilla genéticamente modificada, combinadas con un marco claro de bioseguridad y la decisión de los productores de aprovechar técnicas innovadoras, han permitido a los países del Cono Sur reducir el impacto ambiental del cultivo y convertirlo en su principal rubro de exportación agrícola.
Esa fue la principal conclusión del estudio comparativo sobre el cultivo de soya genéticamente modificada y el convencional en Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay que acaban de publicar el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca argentino (MGAP) y el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA).
El resultado del estudio fue promovido en la Segunda Conferencia Global Sobre Investigación Agropecuaria para el Desarrollo (GCARD 2012), celebrada en Punta del Este, donde el informe fue entregado a los ministros de agricultura de los mencionados países, en el marco de la reunión del Consejo Agropecuario del Sur (CAS) que se cumplió en paralelo.
En 2011, en Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay se sembraron más de 40 millones de hectáreas con la oleaginosa, mientras que en 1976, cuando se sembró por primera vez, fueron 1,37 millones de hectáreas.
Según el informe, “la introducción de semilla de soya transgénica revolucionó el cultivo en los cuatro países por la facilidad de su manejo agronómico, el control de malezas y la disminución de costos de producción" y agrega que a diferencia económica entre los costos directos de cultivar semilla transgénica y convencional es de 15% a favor de la transgénica".
Argentina, Paraguay, Brasil y Uruguay aportan casi el 50% de la producción mundial de soya.
Tomado de: elpais.com.uy