Colombia
July 24, 2024
Por Leonardo Ariza Ramírez, Gerente General de Acosemillas
En gran parte de la zona rural de Colombia, han sido las cooperativas y asociaciones locales la única posibilidad a través de la cual se han podido dinamizar procesos productivos, de mercados, de gestión financiera con énfasis en el desarrollo social y económico de las comunidades.
Hay que distinguir entre el modelo empresarial cooperativo y la asociatividad. El primero de ellos encierra principios, doctrina y un desarrollo que data del siglo XVII con Plockboy y Bellers en Inglaterra, en el que se dieron experiencias de simple asociativismo económico que surgió de forma natural cuando las familias campesinas comenzaron a emigrar a las ciudades y establecieron las primeras colectividades; posteriormente con los pioneros de Rochdale en 1844, es cuando el cooperativismo adquiere sus caracteres actuales como reacción a las grandes desigualdades e injusticias sociales ocasionadas por la llamada Revolución Industrial.
Por su parte, la asociatividad encaminada hacia el cooperativismo facilita la recuperación de identidad del territorio y el desarrollo cultural, social y económico de la población; también motiva la creación de oportunidades de negocio que generen ingresos para el beneficio propio y de la comunidad asociada.
Las organizaciones de economía solidaria -como lo son las cooperativas- se visualizan como modelos económicos, que permiten la integración de habilidades y potenciales de cada uno de sus asociados, a través del trabajo en equipo, para alcanzar un objetivo común y a su vez contribuir al mejoramiento de la calidad de vida de cada uno ellos.
Según cifras de Confecoop, actualmente hay alrededor de 223 entidades cooperativas rurales que asocian 109.653 pequeños y medianos productores de las cuales la mayoría de las cooperativas agrícolas se concentran en Antioquia, Santander, Cundinamarca, Cesar, Huila, el Eje Cafetero y Boyacá. Las cooperativas agrarias generan en Colombia un promedio de 16.747 puestos de trabajo rural y activos cercanos a los $3,2 billones con un patrimonio de $1,5 billones.
Jalonar el desarrollo regional con equidad
El apoyo de las organizaciones públicas y privadas al fortalecimiento de las cooperativas locales y regionales ligadas estrechamente a las pequeñas y medianas empresas y a los proyectos productivos, debería jalonar el desarrollo regional con equidad a través del mejoramiento de la productividad, de la modernización de las empresas y del establecimiento de redes y alianzas productivas.
La asociatividad rural es clave para el desarrollo del campo, permitiendo a los productores rurales, a través de la acción colectiva, aprovechar economías de escala para mejorar su acceso a mercados, información, tecnología y apoyos. A pesar de su relevancia, existe poca información sobre las características y necesidades de este tipo de organizaciones, lo cual dificulta el diseño de intervenciones de política acordes a las necesidades reales, al igual que la medición del impacto de estas sobre las organizaciones beneficiarias.
En Colombia, por ejemplo, solo el 10% de los productores está asociado (DANE, 2014) y las Organizaciones de Productores Rurales que existen suelen tener bajas capacidades y posibilidades de sostenibilidad (MADR, 2021).
Debemos prestar más atención a los casos exitosos que se presentan en el sector agropecuario para aprender de ellos y poder establecer proyectos productivos que permitan generar condiciones de desarrollo local y regional.
Ejemplos para seguir
El sector palmicultor: implementa modelos asociativos y encadenamientos productivos mediante alianzas como herramientas para promover el desarrollo empresarial y social de comunidades vulnerables. La palma de aceite es el producto con más experiencia en modelos asociativos en Colombia, con más del 30% del área sembrada bajo este esquema.
Un modelo digno de conocer es el de Oleoflores (María la Baja, Bolívar), destacado en el “Análisis de experiencias de modelos asociativos como mecanismo para el desarrollo empresarial en la ruralidad, elaborado por Fedesarrollo en 2019; esta es una alianza entre Oleoflores y 11 asociaciones de cultivadores de palma, creada en 1998. La empresa se involucró en este modelo buscando aumentar el abastecimiento del fruto de palma; los productores tuvieron como objetivo reducir la volatilidad de sus ingresos, aumentar su productividad y acceder a crédito.
Los agricultores deben agruparse en asociaciones para solicitar un crédito asociativo a Finagro –crédito blando, vía Banco Agrario, a 12 años con 4 de gracia– con el acompañamiento de la empresa tanto en términos administrativos como garante ante el banco.
Ascempro es otro de los buenos ejemplos en palma y está conformada por 51 asociados productores ubicados en los municipios de Paratebueno (Cundinamarca) y Cumaral (Meta), con 460 has. de palma y proyectos de producción de piña Gold y huevos de codorniz.
Sector lechero: la principal empresa agroindustrial del país es la cooperativa Colanta cuyos dueños son aproximadamente 11.000 pequeños y medianos productores de leche; otra es la empresa Alquería igualmente ha diseñado un modelo que consiste en incorporar productores y consumidores de ingresos bajos o de la base de la pirámide a las cadenas de suministro, beneficiando a 1.500 familias en la sabana de Bogotá y Cundinamarca. Otras cooperativas lecheras exitosas en el país son Colácteos en Nariño y el sur del país y Coolechera en la Costa Atlántica.
Un ejemplo extraordinario de cooperativa de pequeños productores es Colega, fundada en 1999 en la vereda Monquentiva de Guatavita, Cundinamarca, por pequeños productores de leche. La economía de la comunidad se fundamenta en la producción de leche y cuenta con el grupo Coleguita, la escuela de cooperativismo para los niños. Son 46 asociados, 18 mujeres y 28 hombres, en 20 predios que conforman toda el área productiva de la vereda Monquentiva, y crearon la quesería artesanal HolaAndes, con el apoyo del gobierno holandés; la empresa ha logrado una excelente calidad en sus quesos madurados gracias a la calidad de la leche, certificada con dos medallas de bronce y una de plata conquistadas en el concurso mundial de queso 2022 en Gales y 2023 en Noruega.
Sector cacaotero. Se destaca el proyecto Agroemprende, el caso de Agrokakao en el departamento del Meta, grupo asociativo que ganó el Cacao de la excelencia en Ámsterdam y la asociación de las Zurronas del cacao en Rionegro Santander que agrupa a más de 20 mujeres campesinas del municipio.
Sector cafetero: El mejor ejemplo de cooperativismo en el sector agrícola lo tiene el sector cafetero. Con muchos años de desarrollo y experiencia, la Federación Nacional de Cafeteros es su principal impulsora que desde los años setenta empezó el trabajo de la asociatividad de los cafeteros. Las 33 cooperativas de caficultores, con sus 525 puntos de compra, son aliadas estratégicas de la institucionalidad cafetera. Con una base de más de 77.000 caficultores, organizan el mercado e irrigan bienestar en las zonas cafeteras al hacer efectiva la garantía de compra. Sin embargo, existen en el país más de 50 cooperativas de cafeteros y muchas de ellas trabajan sin el apoyo de este recurso del Fondo del Café.
Las cooperativas rurales -que están en otros sectores agrícolas-, a través de la asociatividad logran aprovechar las economías de escala para reducir costos, mejorar la calidad y acceder a mejores mercados, lo que se traduce en una mayor rentabilidad y desarrollo para los habitantes del territorio rural colombiano y poder ofertar una mayor cantidad de alimentos y procesados a los consumidores nacionales y extranjeros.
Quiero agradecer en este artículo el apoyo que recibí de los gerentes de gremios y gerentes de cooperativas y asociaciones. Es el caso de Germán Bahamón, Gerente de Federación Nacional de Cafeteros; Nicolás Pérez, de Fedepalma; Eduard Baquero, de Fedecacao; José Ignacio Tamayo, Gerente de la cooperativa Colega y Harbey Cortés, Gerente de la Asociación Ascempro.