Argentina
June 1, 2021
Presentamos a la nueva Directora Nacional de Semillas y Creaciones Fitogenéticas, Ingeniera Agrónoma (Mg) Silvana Babbitt. Una técnica formada en la educación pública que dedica su carrera a la investigación, a la gestión pública y a la docencia universitaria
Contanos ¿qué te llevó a elegir la carrera de Agronomía?
Cuando estaba en la secundaria, la mayoría de mis compañeras ya sabían qué iban a estudiar. Me acuerdo que en ese momento no había la oferta de carreras que hay hoy. Me fui perfilando para las ciencias biológicas luego de un test de orientación vocacional; había pensado en ingeniería forestal, en geografía, en biología, obviamente quería ser guardaparques porque en ese momento todos querían ser guardaparques en Bariloche. Jamás había escuchado las palabras “ingeniería agronómica”; yo de ciudad, criada en el barrio de Flores, no estaba vinculada en absoluto al sector agropecuario. Cero conexión, pero fuí a una charla en la facultad y terminé estudiando ahí. Mis padres eran de clase media, mi mamá ama de casa, mi papá empleado en una empresa autopartista, soy la primera generación de profesionales de mi familia. Jamás hubiera podido estudiar si en Argentina la educación superior fuese arancelada.
¿Cómo surgió tu pasión por la fitopatología?
Me gustaba mucho la vida en los tambos y la cadena de valor de la leche. Empecé a pensar en dedicarme a eso. Y muchos varones de la facultad decían: “Nooo, pero ese es un trabajo para hombres. No, vos como agrónoma dedicate a otra cosa.” Y lamentablemente me creí el verso de que había trabajos por géneros. Seguí estudiando y me interesé por la microbiología láctea y todos los microorganismos asociados a la leche, entonces ahí empecé a darme cuenta que me gustaba mucho el mundo de los microorganismos.
Cuando empecé a cursar fitopatología me entusiasmé mucho porque lo veía aplicado: estudiar una enfermedad y buscar una solución para que el productor tenga sus cultivos sanos.
¿Cómo se dio tu pasantía y después convertirte en becaria?
En la cátedra de Fitopatología de la Facultad de Agronomía de la UBA integraba dos grupos de investigación: uno de enfermedades en las plantas ornamentales y, otro, en control biológico de patógenos de plantas.
Al mismo tiempo había un grupo de investigación en el Instituto de Microbiología y Zoología Agrícola (IMyZA) de INTA Castelar que también trabajaba en proyectos de control biológico de hongos de suelo. Este grupo de trabajo tenía acceso a equipos que nosotros en la cátedra en ese momento no teníamos y financiamiento de la Agencia de Cooperación Internacional del Japón (JICA). Me acerqué y me ofrecí a trabajar gratis en lo que sea para aprender más de control biológico y tener acceso a equipamientos más sofisticados; un año después comencé a trabajar como pasante rentada, iba el doble de tiempo, y eso me permitió acceder a trabajar formalmente en el proyecto de investigación con Japón.
Contanos de tu capacitación en el país asiático.
Como mencioné antes, ingresé a la IMyZA que ya tenían un proyecto financiado por JICA. El proyecto incluía pasantías cruzadas entre los investigadores de ambos países. Esto es muy importante porque nos potenciamos como investigadores. Ellos nos enseñan a nosotros y nosotros también les enseñamos. En la Universidad de Gifu de Japón me integré al área de patología vegetal donde se investigaba el control biológico de hongos en suelo, también se investigaba en el uso de micorrizas como agentes promotores de crecimiento y biocontroladores de hongos de suelo. Además, se investigaba en Resistencia Sistémica Inducida. También di seminarios. Uno de ellos fue sobre mi propio trabajo de investigación. Quiero destacar que a ellos les llamaba la atención mi formación. Yo explicaba que la formación en Argentina es generalista, que en la facultad nos formamos en una gran diversidad de temas. Porque ellos al ser tantos millones y contar con tantos recursos se pueden dar el lujo de investigar un tema muy específico. Nuestra formación es generalista y luego te especializas. Ellos saben mucho de un tema, pero no de otros.
¿Cómo llegaste a INASE? ¿En qué áreas trabajaste dentro de INASE?
A partir de la pasantía que realicé en el INTA me relacioné con la Dra. Ana Laura Vicario (hoy jefa del Laboratorio de Fitopatología y Marcadores Moleculares). En ese momento ella estaba trabajando en INASE y buscaban una fitopatóloga. Realicé la entrevista, presenté mis antecedentes y resulté seleccionada para hacerme cargo del laboratorio.
Ahora soy profesora adjunta de la misma cátedra de fitopatología en la que comencé como ayudante; y así como cumplo 20 años en INASE, cumplo 33 años de docencia e investigación en la facultad. Entonces me permito decir que, si está dentro de sus posibilidades, nunca digan que no a una pasantía ad honorem porque no se sabe por dónde viene la veta laboral. Gracias a que hice una pasantía ad honorem entré a INASE, me especialicé en Japón y tuve un entrenamiento y experiencia de vida maravillosa.
Contanos cómo abordás tu nuevo rol en la Dirección Nacional de Semillas y Creaciones Fitogenéticas. ¿Cuáles son tus objetivos?
La nueva estructura del INASE, creada a fines de 2020 por la gestión a cargo del Ing. Agr. Joaquín Serrano, introduce la novedad de dos direcciones nacionales que otorgan más dinamismo hacia el interior del Instituto. Esto se traducirá en beneficios para lo más valioso que tenemos, que son los recursos humanos profesionales y administrativos y, sin duda, para el sector semillero, el viverístico, las productoras y los productores agrarios.
Quienes tenemos funciones directivas nunca tenemos que olvidar que estamos para servir, hacia adentro y hacia afuera. Tenemos que trabajar para lograr una mayor competitividad del sector agropecuario, con equidad territorial, con inclusión de todos los actores de la cadena y poniendo como prioridad la soberanía alimentaria.
Uno de los objetivos relevantes es la permanente actualización profesional, favoreciendo no solo la asistencia a cursos, jornadas y congresos sino también a estudios de posgrado. Hace poco tuvimos la gran noticia de que FOPECAP becó a una profesional del Laboratorio Central para cursar la Maestría de Tecnología de Semillas en la Universidad Nacional de Córdoba, así que insto a mis colegas a postularse a este tipo de becas.
Otro de los objetivos que planteo para la Dirección Nacional es trabajar en forma coordinada y eficiente con la Dirección Nacional de Articulación Federal, de manera que las distintas áreas no sean “islas” si no que se potencien entre sí. Además, seguir participando en organismos internacionales como UPOV e ISTA, ya que Argentina tiene mucho que aportar; desarrollar en INASE nuestras potencialidades en investigación, ciencia y técnica; contribuir al sector con diversidad de publicaciones; fortalecer los laboratorios propios de INASE; establecer controles de calidad de la simiente que adquieren las productoras y los productores agropecuarios, no solo en su pureza y poder germinativo sino en su sanidad. Seguir trabajando para proteger la propiedad intelectual de creaciones fitogenéticas y garantizar la identidad varietal. Continuar con el desarrollo de innovadoras formas de diferenciación varietal y el empleo de plataformas digitales adecuadas, destacando que en este sentido el INASE se posicionó como pionero en Latinoamérica. Estimular y acompañar en la descripción e inscripción de variedades de especies ornamentales y frutales, formalizando este sector. Por último pero no menos importante: trabajar de cara a las productoras y productores.
No concibo al Estado como guardado en un escritorio en el centro de la Ciudad de Buenos Aires. Vengo de trabajar quince años en San Pedro a cargo de nuestra oficina regional en esa ciudad, y recorrí los territorios. Lo seguiré haciendo, mi oficina está abierta.
¿Algo más que nos quieras comentar antes de cerrar la entrevista?
En relación a nuestro rol como servidores públicos, creo que nuestra función y nuestro Instituto debería ser una caja de resonancia de los avances de nuestra sociedad, sobre todo en términos de igualdad de género. Personalmente, peleo por lograr esta igualdad en los ámbitos profesionales, políticos e incluso religiosos. Estoy contenta con los avances que hemos dado en Argentina, los cupos femeninos en diversos ámbitos (académicos, políticos), el cupo trans que debe seguir profundizándose, y otras conquistas. En lo que hace a nuestro Instituto, estamos bien en cuanto a porcentajes generales, el 49% somos mujeres, pero si nos fijamos en el cuerpo de inspectores, los varones predominan. Debemos equilibrar esto.